sábado, 22 de diciembre de 2012

Back to basics





El etnólogo, Alexandre Arnoux, escribía en el Surfer’s Journal de la primavera del 2000, un artículo llamado retorno a los orígenes del surf, en él dejaba entrever las cuestiones que son comunes al fenómeno del surf e ilustra un origen difuso en cuanto a su localización geográfica.
Entre los textos que le sirven para argumentar sus hipótesis transcribe uno de 1831, de un misionero llamado William Ellis que sentado en una playa de Huahine (Polinesia, Iles Sous le Vent) observaba y relataba la siguiente escena: “Entre cincuenta y un centenar de personas de todas las edades y clases se entregan a este pasatiempo con pasión, retozan como un grupo de tortugas entre la resaca. En ocasiones se elevan en lo alto de las olas quedando prácticamente envueltos de polvoredas de agua; y a veces caen en la masa líquida que les sumerge, dando gritos de alegría y animándose mutuamente los unos a los otros”.
Tortugas retozando en el mediterráneo.

Esta actividad ancestral es descrita por exploradores y viajeros en lugares dispares a lo largo del mundo tales como Nueva Zelanda, Tahití, Nueva Guinea, Hawaii, incluso existen indicios en áfrica del sur o lugares más cercanos a Europa como Senegal. Estos relatos suelen ser realizados  por personas que quedan impresionados por la propia actividad, que acostumbra a realizarse en comunidad, con técnicas que llegan a ser depuradas en algunos casos y que incluso en determinados lugares se les otorga algún tipo de valor espiritual o religioso.

Foto:Rafa. 
El mediterranean soul surfer tiene un amplio repertorio de trucos complejos y posturas rocambolescas encima de la tabla. La falta de costumbre le impide desarrollar un afinado sentido del equilibrio. El arquero y la espuma.

Si bien es difícil concretar el enclave geográfico donde nació, es posible afirmar que el caldo de cultivo donde se produce esta manifestación cultural tiene un común denominador, el oceáno de aguas cálidas o al menos templadas. De hecho el antropólogo Ben Finney ha recopilado las denominaciones vernaculares del surf en diferentes puntos del planeta. En la Polinesia oriental, en Hawaii adquiría el nombre de he’enalu, en Tahiti faahe,horué ou gorué, en la Isla de Pascua ngaru, en las islas Cooks ‘aka ‘oro’ oro’ ngaru. En la Polinesia occidental aparecen nombres como wakaykeyke, sekeseke, fakapapa, te seke, en Melanesia en las Islas Salomón se le llamaba chichir o en las islas Marshall en Micronesia, encontramos la denominación läka ou e läkä.

Existen indicios para pensar que el surf no tuvo origen únicamente en la Polinesia oriental (islas Hawaii). Esta tabla fue encontrada en Nueva Guinea y cuenta con varios cientos de años. El nose está tallado con motivos curvilíneos a modo de tatuajes. Se descubre un rostro en el centro de lo que parecen ser olas. Dejando volar la imaginación.... estas incisiones ayudarían al agarre en el noseridin':-)

Seguimos preguntándonos en qué momento esta manera de encontrarse con el mar, el läka ou e läkä llegó al mediterráneo, pequeño océano de aguas templadas. No ha tenido que ser muy lejano en el tiempo y tuvo que producirse seguramente por contagio y por querer disfrutar de lo que se tenía delante, una masa de agua que de uvas a peras nos manda unas cuantas olas. El sekeseke, una “moda” que ya podemos decir que dura varias décadas y que llegó para quedarse. 


Waaykeyke de onda corta. Nguru del mediterráneo. Fakapapa disfrutón.
Ole ole paltablón.

Apoyados por diferentes avances de la tecnología como el transporte en automóvil para buscar el mejor lugar, como los nuevos materiales como el neopreno para poder aguantar el frío, o los sistemas de predicción meteorológica para poder planificar el momento, etcétera… esta actividad ha adquirido un auge en ciertas zonas del Mediterráneo difícil de creer para algunos, pero real como la vida misma.

El soul surfer mediterráneo se ha equipado en las últimas décadas de gadjets megasofisticados como estaciones meteorológicas móviles para detectar cualquier cambio en la superficie marina, gafas de visión nocturna para no desaprovechar ningún swell y hasta se han visto individuos con chips de realidad aumentada. Un elemento fundamental es el automóvil, Margalló en su Citroen 2CV Mehari, mediterranean style. 



Cuando nuestro pequeño océano Mediterráneo cobra vida y su superficie aplanada envía ondas a la costa, no nos es difícil poder describir una imagen similar a la que relataba Williams Ellis hace casi doscientos años en la otra parte del globo.


 Ondas mediterráneas, siempre son bien recibidas por un séquito de tortugas pacientes, que salen a su encuentro en cualquier parte. Actividad efímera y esporádica. Rasgos de la subcultura del chichir' en el Medi.   


Un retorno a los orígenes: diversión, ganas de hacerlo cada vez mejor, vínculos sociales e incluso, y por qué no, un cierto grado de espiritualidad entendido de muy diferentes maneras.

BACK TO BASICS. Mediterranean soul surfin’.


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