Corría el año 1993 y unos chicos que venían a pasar el verano desde Florida se trajeron un morey boogie.
Aquel primer bodyboard no tenía slick y se arrugaba como un acordeón,
pero durante una época era el objeto más codiciado en Torreta.
Se tuvieron que establecer turnos estrictos para usarlo y que no hubiesen grandes discusiones.
Algunos se llegaron a replantear sus amistades pero la sangre no llegó al río, en este caso al mar.
Para sacarle más partido recortamos unas cuantas aletas de buceo que poco a poco íbamos perdiendo en cada baño. Aquellas aletas dejaban unas heridas profundas que tardaban mucho tiempo en cerrarse.
Recuerdo la sensación de bajar mi primera ola en la bocana del puerto del perelló con una levantada de finales de verano con este pequeño trozo de corcho.
Esa sensación no se me olvidará en la vida!!
En la imagen Nando, que se reengancha al tabloneo mediterráneo ;-)
El equipo de Torreta se refuerza.
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